En la vivienda tutelada de mujeres, vivimos recientemente uno de los días más especiales del año: nuestro Día de Puertas Abiertas. Una jornada pensada para abrir las puertas de nuestro hogar, compartir momentos y fortalecer los lazos entre usuarias, familiares y educadoras.

Desde primera hora, la vivienda se llenó de ilusión y nervios. Las usuarias participaron activamente en los preparativos, cuidando cada detalle para que todo estuviera listo para recibir a sus familias. Para muchas de ellas, este día es una oportunidad muy importante para mostrar su espacio, su rutina y los avances que han ido logrando en su vida diaria.
Durante la visita, los familiares pudieron conocer de cerca cómo es el día a día en la vivienda, conversar con las educadoras y, sobre todo, compartir tiempo con todas las usuarias, no solo con sus familiares directos. Este intercambio favorece un ambiente de confianza, cercanía y comunidad, donde todas las personas se sienten parte del mismo proyecto.
Uno de los momentos más esperados fue la merienda compartida. Alrededor de la mesa se crearon conversaciones, risas y recuerdos. Fue un espacio distendido en el que usuarias, familias y educadoras interactuaron de manera natural, reforzando vínculos y creando nuevos lazos. Estos pequeños momentos son los que dan sentido a nuestro trabajo diario.

El Día de Puertas Abiertas no solo permite a las familias conocer mejor la vivienda, sino que también pone en valor la autonomía, el esfuerzo y la convivencia de las mujeres que viven en ella. Para el equipo de trabajadoras, es una ocasión perfecta para compartir experiencias, escuchar a las familias y seguir construyendo juntas un entorno seguro, respetuoso y lleno de oportunidades.
Desde la vivienda tutelada queremos agradecer a todas las familias su participación, su cercanía y su implicación. Días como este nos recuerdan que la inclusión, el acompañamiento y el trabajo en red son fundamentales para seguir avanzando.
¡Gracias por hacerlo posible y por formar parte de nuestra casa!