Las viviendas tuteladas para personas con discapacidad se han convertido en un pilar fundamental en el apoyo y la inclusión de este colectivo en la sociedad.
En nuestras viviendas, no solo se ofrece un lugar seguro y fácil de acceder, sino que también se ayuda a las personas usuarias a ser más independientes. El objetivo es que cada uno de nuestros usuarios pueda llevar una vida lo más autónoma posible, pero siempre con el apoyo y supervisión necesarios.
En la Vivienda Tutelada de Hombres, contamos todos los años con personas voluntarias y personas en prácticas, las cuales juegan un papel muy importante. Aunque contamos con un equipo de profesionales especializados, la contribución de dichas personas marca una gran diferencia en la calidad de vida de las personas usuarias.
Las personas voluntarias y en prácticas ofrecen una ayuda extra muy valiosa en la atención directa a las personas usuarias. Su presencia no solo apoya el trabajo de los profesionales, sino que también crea vínculos afectivos y cercanía con las personas usuarias, detectando posibles necesidades y beneficiando su bienestar emocional.
Además, al tener una forma diferente de ver las cosas, suelen aportar ideas nuevas y útiles para enfrentar los retos del día a día.
El voluntariado y las prácticas profesionales también ayudan a que las personas usuarias conozcan y se relacionen con gente de diferentes edades y experiencias. Esto hace que se sientan más incluidas y parte de la sociedad.
Al mismo tiempo, las personas voluntarias y en prácticas pueden participar en el día a día de la vivienda y conocer de cerca la realidad de las personas con discapacidad. Esto les ayuda a entender mejor sus necesidades y a ser más empáticas. Así, todos aprenden y se enriquecen compartiendo momentos en un ambiente de respeto y colaboración.
Las personas que están haciendo prácticas, como estudiantes de psicología, trabajo social, educación social o pedagogía, pueden poner en práctica lo que han aprendido en un entorno real. Esto les ayuda a aprender más y a ganar experiencia útil para su futuro.
Por otro lado, los voluntarios, aunque no siempre tengan estudios relacionados, también pueden ayudar mucho. Cada uno puede aportar algo diferente: hacer actividades artísticas, practicar deporte adaptado o acompañar en tareas del día a día. Todo eso mejora la vida de las personas usuarias.
Estas experiencias ayudan a que más personas entiendan lo importante que es incluir a las personas con discapacidad en la vida diaria y en la sociedad. También sirven para evitar ideas equivocadas o prejuicios que a veces existen.
Los voluntarios y personas en prácticas que participan se convierten en ejemplos para los demás y ayudan a que su entorno sea más comprensivo y solidario.
